La imagen tradicional de refugiados en inmensos campamentos ubicados en
zonas rurales ya no sirve para contar la verdadera historia de los
movimientos de estos. Hoy, la mayoría – un 60 por ciento - de las
personas desplazadas en el mundo vive en entornos urbanos.
Los refugiados urbanos suelen ser invisibles. Su protección está
constantemente en peligro y, a menudo, se les niega el acceso a
servicios básicos y están expuestos a vulnerabilidades sociales muy
concretas. Las barreras a la integración para los refugiados
urbanos no son solo institucionales o legales; el acceso a una
integración local exitosa en entornos urbanos depende en gran parte de
cómo respondan las comunidades locales de acogida a los recién llegados.
Sumándose al llamamiento del Papa Francisco para construir una cultura del encuentro,
el JRS cree que la presencia de refugiados y solicitantes de asilo en
áreas urbanas es una oportunidad para el crecimiento humano y trabaja
para crear comunidades de encuentro y compañerismo.
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La imagen tradicional de refugiados en inmensos campamentos ubicados en zonas rurales ya no sirve para contar la verdadera historia de los movimientos de estos. Hoy, la mayoría – un 60 por ciento - de las personas desplazadas en el mundo vive en entornos urbanos.
Los refugiados urbanos suelen ser invisibles. Su protección está constantemente en peligro y, a menudo, se les niega el acceso a servicios básicos y están expuestos a vulnerabilidades sociales muy concretas. Cuando se les percibe como una carga para los escasos recursos disponibles, los refugiados urbanos pueden convertirse en el objetivo de la xenofobia y ser víctimas del acoso, la intimidación y la discriminación por parte de la comunidad de acogida, los empleadores e incluso las autoridades locales. Esto lleva a los refugiados urbanos a invisibilizarse aún más, lo que hace particularmente difícil brindarles apoyo.
En consecuencia, las barreras a la integración para los refugiados urbanos no son solo institucionales o legales; el acceso a una integración local exitosa en entornos urbanos depende en gran parte de cómo respondan las comunidades locales de acogida a los recién llegados.
Una recepción más acogedora y una integración inclusiva de los refugiados les permitiría aprovechar su energía y su talento para beneficiar a las comunidades de acogida. En vez de ser espacios en los que los refugiados vivan en el anonimato, los entornos urbanos ofrecen el escenario perfecto para crear oportunidades de encuentro entre estos y las comunidades locales.
Sumándose al llamamiento del Papa Francisco para construir una cultura del encuentro, el JRS cree que la presencia de refugiados y solicitantes de asilo en áreas urbanas es una oportunidad para el crecimiento humano y trabaja para crear comunidades de encuentro y compañerismo.
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